Redacción
Cesare de Rossi nació en la ciudad de Bríndisi, en el seno de una familia acomodada, el día 21 de julio de 1559. Recibió instrucción superior en el colegio de San Marcos, en Venecia, y entró a la Orden de los capuchinos en Verona a los 16 años, tomando el nombre de Lorenzo. A partir de entonces, estudió en Padua filosofía y teología.
Lorenzo tenía mucha facilidad para los idiomas. Más tarde predicó en alemán, checo, griego, francés, español y hebreo. En los primeros años de su sacerdocio trabajó como misionero y predicador en las ciudades italianas; en 1587 fue guardián de su convento en Venecia; escaló muy pronto los puestos más altos y de mayor responsabilidad entre los capuchinos.
Al fin del siglo XVI, fue enviado por el Papa Clemente VIII a Alemania, Austria y Checoslovaquia, para que estableciera a los capuchinos como un baluarte contra el luteranismo. Fundó los primeros conventos de Viena, Praga y Goritzia.
El emperador Rodolfo lo mandó como embajador a los principados alemanes, para obtener ayuda en contra de los turcos, cuya potencia en el mar había sido debilitada por el triunfo de Lepanto, pero que aún representaban la potencia militar más grande en tierra. Lorenzo formó parte del ejército cristiano en calidad de capellán.
El año de 1601, en la ciudad de Stuhlweissenburg, el predicador supo infundir a los soldados voluntarios cierta confianza en la certeza de su victoria. Así, el pequeño ejército de 18,000 cristianos peleó contra 80,000 paganos. El mismo Lorenzo cabalgó al frente de este ejército sin otra arma que la cruz en sus manos. A pesar de que fue blanco de los disparos de las armas, su hábito no tenía agujeros ni rasgaduras.
Los turcos perdieron 30,000 hombres pero como tenían superioridad numérica lanzaron un contraataque pocos días después y de nuevo fueron derrotados. El honor de aquel doble triunfo le fue atribuido al santo por el general del ejército y por todos los combatientes.
En 1606 Lorenzo fue enviado de nuevo a Alemania, para trabajar por la unidad de los príncipes católicos y por la adhesión de éstos a la “Liga católica”.
El emperador lo envió a Felipe III de España, para convencerlo de que también formara parte de la Liga. Después de haber cumplido satisfactoriamente su misión en España, se le encomendó la doble tarea de nuncio apostólico y enviado a la corte española.
De 1615 a 1616 Lorenzo negoció la paz entre España y Savoya en los asuntos referentes a los mantuanos. Entonces, en Nápoles, le pidieron que fungiera como abogado de la justicia a favor de los oprimidos por Felipe III de España, virrey de Nápoles.
Lorenzo siguió al rey de Lisboa y solucionó con éxito su tarea. Murió allí unos días más tarde, por agotamiento, el 21 de julio de 1619.
El santo fue nombrado “doctor de la Iglesia”: Sus obras, en la mayoría sermones en latín, se caracterizan por su estrecho contacto con las Sagradas Escrituras.
“La palabra de Dios es luz para el entendimiento, fuego para la voluntad a fin de que el hombre pueda conocer y amar a Dios… Es como un martillo que doblega la dureza del corazón obstinado en el vicio, y como una espada que da muerte a todo pecado, en nuestra lucha contra la carne, el mundo y el demonio”.
San Lorenzo de Bríndisi, Sermón cuaresmal 2.
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